AP Spanish Language › Textual Source Comprehension
Adapted from "Rimas: LIII" by Gustavo Adolfo Bécquer in Modern Spanish Lyrics (1913, ed. Hills, E. C.)
Volverán las obscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos á colgar,
Y, otra vez, con el ala á sus cristales
Jugando llamarán;
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha á contemplar,
Aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias á escalar,
Y otra vez á la tarde, aun más hermosas,
Sus flores se abrirán;
Pero aquéllas, cuajadas de rocío,
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer, como lágrimas del día...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes á sonar;
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará;
Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora á Dios ante su altar,
Como yo te he querido... desengáñate,
¡Así no te querrán!
¿Cómo puede el amante del autor hacer que vuelvan las experiencias que, según el autor, no volverán?
Adapted from "Rimas: LIII" by Gustavo Adolfo Bécquer in Modern Spanish Lyrics (1913, ed. Hills, E. C.)
Volverán las obscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos á colgar,
Y, otra vez, con el ala á sus cristales
Jugando llamarán;
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha á contemplar,
Aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias á escalar,
Y otra vez á la tarde, aun más hermosas,
Sus flores se abrirán;
Pero aquéllas, cuajadas de rocío,
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer, como lágrimas del día...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes á sonar;
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará;
Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora á Dios ante su altar,
Como yo te he querido... desengáñate,
¡Así no te querrán!
¿Cómo puede el amante del autor hacer que vuelvan las experiencias que, según el autor, no volverán?
Lea el diálogo siguiente y conteste las preguntas.
Marco: ¡Hola, Mariana!
Mariana: Hola, Marco. ¿Cómo estás?
Marco: Estoy bien, gracias. Vos tenés cincuenta pesos para prestarme?
Mariana: Pues, no, Marco. No tengo nada. ¿Porqué no tenés dinero?
Marco: No me han pagado en el trabajo. No sé qué hacer.
Mariana: Mira, somos amigos. Os ayudo como pueda, ¿va?
Marco: Gracias, Mariana.
Según el contexto del diálogo, ¿de cuál otra forma se puede decir la palabra "vos"?
Lea el diálogo siguiente y conteste las preguntas.
Marco: ¡Hola, Mariana!
Mariana: Hola, Marco. ¿Cómo estás?
Marco: Estoy bien, gracias. Vos tenés cincuenta pesos para prestarme?
Mariana: Pues, no, Marco. No tengo nada. ¿Porqué no tenés dinero?
Marco: No me han pagado en el trabajo. No sé qué hacer.
Mariana: Mira, somos amigos. Os ayudo como pueda, ¿va?
Marco: Gracias, Mariana.
Según el contexto del diálogo, ¿de cuál otra forma se puede decir la palabra "vos"?
Los medios de comunicación en sus diversas formas han desempeñado un papel importante en el proceso democrático durante siglos. Sin embargo, actualmente con la creación de nuevas formas de transmitir información como el internet, la influencia de los medios sobre la democracia se ha incrementado en gran medida. La sociedad civil mexicano tiene más poder que nunca en cuanto a la habilidad de expresar públicamente sus opiniones e ideas, gracias a las nuevas tecnologías como el internet y supuestamente algunas reformas recientes que han promovido la expansión de los derechos comunicativos. Los poderes políticos también tienen más poder que nunca en cuanto a su habilidad de difundir información (o desinformación) y/o propaganda gracias a dichas tecnologías. Hoy en día en México existe una lucha entre la sociedad civil y el gobierno que se observa en el internet, y también en los medios más tradicionales como la televisión y el periódico, para difundir, o en algunos casos hacer desaparecer, la información válida y necesaria para la realización del proceso verdaderamente democrático.
Este párrafo es una parte de un texto más largo. ¿Qué tipo de texto diría usted que es?
Los medios de comunicación en sus diversas formas han desempeñado un papel importante en el proceso democrático durante siglos. Sin embargo, actualmente con la creación de nuevas formas de transmitir información como el internet, la influencia de los medios sobre la democracia se ha incrementado en gran medida. La sociedad civil mexicano tiene más poder que nunca en cuanto a la habilidad de expresar públicamente sus opiniones e ideas, gracias a las nuevas tecnologías como el internet y supuestamente algunas reformas recientes que han promovido la expansión de los derechos comunicativos. Los poderes políticos también tienen más poder que nunca en cuanto a su habilidad de difundir información (o desinformación) y/o propaganda gracias a dichas tecnologías. Hoy en día en México existe una lucha entre la sociedad civil y el gobierno que se observa en el internet, y también en los medios más tradicionales como la televisión y el periódico, para difundir, o en algunos casos hacer desaparecer, la información válida y necesaria para la realización del proceso verdaderamente democrático.
Este párrafo es una parte de un texto más largo. ¿Qué tipo de texto diría usted que es?
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Cuál es el punto de vista de este pasaje?
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Cuál es el punto de vista de este pasaje?
Pasaje adaptado de "Á todo hay quién gane" por Felipe Pérez y González (1897)
Juan, que es pescador de caña,
Se pasa el día pescando,
Y Pedro lo está mirando
Con una sonrisa extraña.
Pasan dos horas ó tres,
En las que Juan nada pesca,
Y con sorna picaresca
Le dice Pedro después:
—Tu ocupación singular
Mucho te ha de divertir;
Pero ¿me quieres decir
Qué hay más tonto que pescar?
Y al oir aquella fresca,
Volviéndose Juan de pronto,
Le contestó:—¿Qué hay más tonto?
¡Estar mirando al que pesca!
¿Cuál es la moraleja de este poema?
Pasaje adaptado de "Á todo hay quién gane" por Felipe Pérez y González (1897)
Juan, que es pescador de caña,
Se pasa el día pescando,
Y Pedro lo está mirando
Con una sonrisa extraña.
Pasan dos horas ó tres,
En las que Juan nada pesca,
Y con sorna picaresca
Le dice Pedro después:
—Tu ocupación singular
Mucho te ha de divertir;
Pero ¿me quieres decir
Qué hay más tonto que pescar?
Y al oir aquella fresca,
Volviéndose Juan de pronto,
Le contestó:—¿Qué hay más tonto?
¡Estar mirando al que pesca!
¿Cuál es la moraleja de este poema?